Economía

Más sobre la educación universitaria como industria exportadora

I.

El otro día escribí:

Joseph Heath ha vuelto a bloguear y a escrbir cosas como Canadians should think of higher education as an export industry. España podría también —tiene un enorme mercado pontencial—, pero, para eso habría que… Vamos, que no podría.

El artículo de Heath no dice nada extravagante ni que no se pueda extrapolar fácilmente del título: la educación en Canadá tiene buena reputación y muchos estudiantes de todo el mundo estarían dispuestos a pagar por formarse allí.

La educación universitaria como industria exportadora y cuatro asuntos más

En este artículo de The Economist se argumenta en torno a dos ideas. La primera, que mucha de nuestra interacción social está basada en rituales más o menos automáticos. La segunda, que los LLMs son particularmente capaces de automatizar tareas repetitivas. Combinadas, ambas, se predican consecuencias fácilmente adivinables.

Hay un famoso artículo sobre cómo la gente asegura sentir menos hambre al salir que al entrar en un restaurante. Este otro artículo viene a demostrar algo parecido: que la construcción de nuevas viviendas, aunque sean de alto standing, contribuye a reducir el precio de las viviendas más asequibles. En ambos casos, restaurantes y viviendas, podría decirse que es ocioso tratar de demostrar nada y que los efectos pueden deducirse prácticamente desde primeros principios, que son más una tautología que un hecho empírico. Sin embargo, me temo que por cuestiones de cerrazón ideológica, muchos querrán verlo de otra manera y eso justifica el análisis cuantitativo de la cosa. Pero, vamos, en libros como el recomendadísimo Order without design - How Markets Shape Cities, de Alain Bertaud, se habla del asunto hasta la saciedad.

Veblen, clase ociosa y progreso tecnológico

Le he preguntado a Claude acerca de Veblen, lo que él llama la clase ociosa y su relación con el desarrollo tecnológico. En particular, si esta clase ociosa tiene algún tipo de interés, siempre según Veblen, en sabotearlo. Me ha dicho esto:

Thorstein Veblen, un economista y sociólogo estadounidense, introdujo el concepto de la “clase ociosa” en su libro de 1899 “La teoría de la clase ociosa”. Aunque Veblen no argumentó explícitamente que la clase ociosa intenta sabotear el progreso industrial y tecnológico, sí presentó ideas sobre cómo esta clase puede impedir el desarrollo económico y social. Aquí hay algunos puntos clave sobre las ideas de Veblen acerca de la clase ociosa y su relación con el progreso:

El desagradable secreto del gráfico del cambio climático y cuatro asuntos más

Cómo comprar una PS5 en un sistema socialista.

Racionalismo interpretado como ganar sistemáticamente.

The Economist, aquí, advirtiendo cómo los EEUU están dejando escapar a los inmigrantes con más talento. Sin duda, España solo les quita futbolistas.

De las veinte mejoras tenistas del mundo, cinco son —o fueron en cierto momento dado— estadounidenses. De ellas, dos eran hijas de milmillonarios (billionaires). Aquí se discute esa cuestión desde el punto de vista de la meritocracia, etc. Aunque el razonamiento levanta plantea muchas dudas, siendo la primera de la cuales: ¿han pintado la diana alrededor del agujero de la bala?

Alchian y Allen sobre el mercado inmobiliario español

Hay dos párrafos muy intrigantes (e inexplicados) en NadaEsGratis. Dicen:

Esta vez es diferente: la burbuja de precios que actualmente vive la vivienda, en contraste con la de 1998-2007, ni tiene volumen ni está alimentada por el crédito. A los precios actuales, las viviendas solo son asequibles para pocos. Por eso se edifican pocas. Si la mayoría no puede comprarlas, los promotores no las hacen. Los jóvenes retrasan su emancipación, comparten alquileres y no crean los hogares propios que necesitan para desarrollar su vida. En contraste, un fuerte volumen de suelos urbanizables pendientes de completar su desarrollo dibuja un paisaje de descampados que, en muchas ciudades, persiste desde hace más de 15 años.

Sobre los otros terraplanismos

Del terraplanismo ya se ha hablado aquí. Uno de los aspectos más importantes del terraplanismo es que se trata de un folclore intrascendente. Los terraplanistas pueden hacer su vida con absoluta normalidad y no causan mayor perjuicio ni para sí ni para los demás.

Sin embargo, existen muchas otras ideas que, siendo igualmente falsas, son perjudiciales tanto para quien las sostiene como para la sociedad que contiene dichas mentes iluminadas. Pero, por algún motivo, vuelan por debajo del radar del reproche intelectual y social.

Educación en un mundo competitivo y desigual y cuatro asuntos más

I.

Es un poco extraño el parrafito

La esencia del argumento es que el estilo de crianza “óptimo” no puede entenderse sin mirar al entorno económico. En país muy desigual y donde el capital humano es esencial para el desempeño económico los padres no pueden dejar que el hijo decida por su cuenta cuánto se esfuerza. Y por eso deben influir directamente en sus acciones (lo que llaman estilo “autoritario”) o, en un país donde buena parte de la educación se recibe lejos del control parental, sobre sus preferencias (lo que llaman estilo “authoritative” y yo traduje como “persuasivo”). Solamente cuando hay poca desigualdad se pueden permitir los padres ser “permisivos” y dejar que los chicos exploren la creatividad o sus intereses amplios.

¿Hemos olvidado cómo construir (viviendas)?

Unas cuantas noticias de antes de 2008:

Un par de noticias recientes:

Eso necesita ser explicado (y, desde luego, el problema no parece ser tecnológico).

Sobre los gustos culturales de la derecha y cuatro asuntos más

I.

Aquí se argumenta sobre el mal gusto (cultural, especialmente) de la derecha.

II.

Lo mejor —y, en particular, lo más útil— que he leído jamás sobre la risa es lo que trae The Elephant In The Brain al respecto. Pero ahora hay más aquí.

III.

Me encantan los comentarios de John Cochrane. A la pregunta

Permitir que las empresas cotizadas presenten resultados anualmente y no trimestralmente hará que los ejecutivos presten más atención a los efectos a largo plazo de sus decisiones.

¿Quién (qué) pagará nuestras pensiones? Si acaso, el capital humano

El lector habrá encontrado escrita por ahí frases diciendo que estos o aquellos serán quienes paguen nuestras pensiones en el futuro. Sin embargo:

  • Lo que pagará nuestras pensiones es el capital humano que seamos capaces de poner a producir.
  • El capital humano está embebido en seres humanos, sí.
  • Pero no es realista llevar la contabilidad del capital humano contando cabezas.
  • Aunque, concedido, es muchísimo más fácil usar este proxy que agarrar el toro por los cuernos.

España, en los últimos tiempos, es un país con un flujo migratorio positivo. Pero, ¿cambiaría la cosa si llevásemos la cuenta del capital humano en lugar del de personas?

Algunas ideas sueltas sobre economía

I.

Sabine Hossenfelder encuentra algo positivo que decir sobre el capitalismo. Que no es algo habitual para una científica. De hecho, después de este vídeo tuvo que explicarse y requeteexmplicarse hasta la saciedad porque para ciertas capas sociales de las que se espera más, el asunto es tabú.

II.

Este artículo de The Economist habla sobre cómo gastan el dinero las nuevas generaciones, de su supuesta búsqueda de la autenticidad y su declarado respeto por los valores y el medio ambiente. Luego, sus dos últimos párrafos tratan sobre las preferencias reveladas (es decir, lo que sobre lo que sus valores nos cuenta su consumo realmente existente).

Medios antilombriz

Cultivo lombrices en casa —capturé unos cuantos ejemplares en la orilla del río— con la esperanza vagamente inspirada en conocimiento científico de que, en el momento en que se afiance y crezca la colonia, me ayuden a transformar basura en suelo rico para las macetas.

Hay medios (de comunicación) que funcionan al revés: transforman información rica pero que no puede ser adecuadamente procesada por el ciudadano del percentil 60-70 para abajo, en basura informativa fácilmente asimilable. Podríamos considerarlos males necesarios para que la democracia opere de manera mínimamente popperiana.

Mercados de predicciones: ¿sí o no?

Tiene Scott Alexander un promptuario de sobre mercados de apuestas en el que:

  • Se declara partidario entusiasta de su uso.
  • Explica por qué son útiles: p.e., un periodista, en lugar de decir que “se cree que pasará X” puede escribir “la probabilidad de que ocurra X es del Y% según tal mercado de apuestas”, enriqueciendo el debate público.
  • Sostiene y justifica que funcionan mejor que las opiniones de los expertos.
  • Sostiene y justifica que no pueden ser (fácilmente) manipulados (en la práctica).
  • Plantea un análisis coste-beneficio más o menos implícito de de su uso.
  • Critica agriamente el afán de los reguladores estadounidenses por prohibirlos.
  • Explica, además, qué opciones existen para participar en ellos.

Por su lado, Nick Whitaker y J. Zachary Mazlish alegan: